Este consejo sirve como título y resumen de este artículo dedicado al controvertido asunto de la sal en nuestra dieta mediterránea. El sodio es un mineral esencial sin el cual nuestras funciones celulares no podrían realizarse y por tanto la vida sería imposible. Hace milenios la sal valía literalmente su peso en oro y por ello el trabajo se pagaba con sal, de ahí la raíz de la palabra salario, tal vez su importancia se debiera a que era un ingrediente imprescindible para conservar los alimentos y darles sabor, hoy día está incluida en la mayoría de los alimentos elaborados por la industria alimentaria.
“Es
la sal de la vida”, con esta expresión ensalzamos
el valor de las cosas, pues ciertamente la sal tiene una gran importancia para la humanidad. Muy al contrario, para muchos la
sal es hoy día un veneno peligroso responsable de subir la tensión arterial y
en consecuencia provocar enfermedad cardiovascular, ¡muy lejos de la verdad!,
injustamente se la ha demonizado tanto como a las grasas saturadas y al
colesterol, podríamos llamarlos “los tres demonios inocentes”.
Antes de entrar a defender el derecho a
condimentar los alimentos con “nuestro
punto de sal” y realzar así el placer de comer, hemos de constatar que hay una
fuerte relación observada entre la tensión elevada (HTA), las enfermedades
cardiovasculares, la diabetes tipo 2 (DM2), el síndrome metabólico, la gota, la
obesidad e incluso el cáncer.
Estos
problemas de salud son muy prevalentes y TIENEN UN FACTOR EN COMÚN QUE ES LA
RESISTENCIA A LA INSULINA QUE ESTA PROPICIADA SOBRE TODO POR UN EXAGERADO CONSUMO
DE AZÚCAR AÑADIDO A LOS ALIMENTOS Y BEBIDAS (PRINCIPALMENTE LA FRUCTOSA), SUMADO
A OTRO CONSUMO TAMBIÉN MUY ELEVADO DE CEREAL DE TRIGO EN TODAS SUS ELABORACIONES,
SIN OLVIDAR EL EFECTO CONTRAPRODUCENTE EN ESTE SENTIDO QUE TIENEN LOS ACEITES REFINADOS
POLIINSARURADOS Y LA MARGARINA, ERRÓNEAMENTE
RECOMENDADOS POR TENER ORIGEN VEGETAL.
Por
desgracia pocas personas saben que la HIPERTENSIÓN (tensión alta) con
frecuencia es la resultante de una combinación de factores que incluye
primeramente la resistencia a la insulina (que provoca valores altos de
insulina que irritan las arterias), en segundo lugar concurre un bloqueo parcial
del óxido nítrico (que es una molécula necesaria para dilatar los vasos
sanguíneos) por el exceso de ácido úrico
resultante de la degradación de la FRUCTOSA.
Estos
son problemas muy distantes de los que pueda generar, o no, el uso del salero en nuestra mesa. Merece la pena ver en la red los artículos del
doctor e investigador estadounidense Richard Johnson al respecto de la fructosa y
su implicación en la obesidad y el hígado graso o la resistencia a la insulina.
La harina de cereal de trigo actual (modificado y refinado, con un
índice glicémico diez puntos superior al del azúcar) está omnipresente en muchos de los productos cotidianos de
consumo, solo ver la publicidad de los
fabricantes: “el pan nuestro de cada día, la pasta para todos los días del año,
o los cereales para el desayuno de los
campeones”.
“Comer
pan es como tomar azúcar a lo bestia…y
un problema muy serio en España” advierte el catedrático de Salud Pública en la
Universidad de Navarra el doctor Miguel Ángel Martínez-González, cerebro del
famoso estudio PREDIMET y ahora el PREDIMET PLUS (próximo a
concluir), que en su nuevo libro nos
explica que EL PAN Y LA PASTA NO pueden incluirse en la lista de alimentos permitidos
a los participantes de este último estudio, que es un trabajo que pretende
demostrar que la dieta mediterránea bien
llevada protege de la obesidad y la diabetes (en el anterior estudio PREDIMET de
este mismo autor, ya se demostró que la dieta mediterránea reducía el riesgo de
hipertensión y otros malos indicadores de salud).
A menudo la sal, el azúcar y el trigo van de
la mano en la misma manufactura, estos dos últimos son MUY ADICTIVOS como nos
advierte en sus publicaciones el doctor Williams Davis (en su libro sobre el trigo) y el doctor Robert Lustig (sobre el azúcar), también el
glutamato monosódico lo es, y muchos de
los snaks salados, pues “¡es imposible comer solo uno!”, ¿verdad?
Está claro que la industria alimentaria nos hace
tragar sal sin que lo apreciemos, razón por la cual el 72% del sodio que
consumimos está añadido en los alimentos
y bebidas manufacturadas.
Es
importante en consecuencia eliminar los alimentos “basura” de nuestra mesa (los refrescos de
cola también suman sodio y azúcar), pero
sin renunciar a condimentar nuestros guisos mediterráneos con nuestro “punto de sal”, o disfrutar de nuestros exquisitos salazones, pues el sodio es un
nutriente esencial para el corazón como lo son también el resto de minerales y
las vitaminas.
Los cocineros saben bien de la importancia del
punto de sal para estimular el apetito (también
el de los enfermos). Si bien sabemos que la sal se compone de CLORO Y SODIO, es
solo el primero quien aporta el sabor (cloro 60% sodio 40%), no es extraño que
el sabor salado pase desapercibido cuando el fabricante añada sodio o lo
camufle con azúcar (en el tomate frito, colas, pan, dulces…). Por supuesto que
hay que leer las etiquetas de los
alimentos para ver si hay sodio, y
en qué cantidad (también de glutamato monosódico pues este se puede encontrar hasta en las latas de aceitunas), con esta precaución
tenemos más posibilidad de hacer una dieta mediterránea mejor llevada y al tiempo controlar estas fuentes de
sodio añadido u otros ingredientes indeseables. Debemos conocer que el glutamato
monosódico aumenta el riesgo de
hipertensión, obesidad y síndrome metabólico por su influencia negativa en la
hormona LEPTINA. Con solo azúcar, harina y aceites poliinsaturados (NO METO A
LA SAL EN ESTE SACO) la industria alimentaria ha PROPICIADO una gran cantidad
de enfermedades crónicas PREVENIBLES que se presentan hoy día como epidémicas (filón para las farmacéuticas), sin
que se quiera señalar a nadie como responsable directo, basta ver que a todos y
cada uno de los productos insanos publicitados en televisión se les añade un consejo de salud, a
pie de imagen, que pretende borrar el
efecto dañino de consumir tales venenos. Se lanza un engañoso mensaje al consumidor para que este piense que todos tienen su lugar dentro de una “dieta
variada o equilibrada”, eso sí, con mucho ejercicio posterior, ¡por favor, no
lo crean! Para empeorar las cosas, como avisaba
hace décadas el veterano doctor norteamericano Richard Paswater, las personas sensibles a la sal suelen serlo también al azúcar, ya sabemos que los alimentos actuales
industrializados son un compendio de ambos, es decir una bomba para el
metabolismo, sobre todo para los más sensibles.
Habiendo
aclarado el tema de la resistencia a la insulina y dejando aparte ahora el
sodio añadido a los alimentos industrializados, vamos a ver qué situación
tenemos en nuestro país. Las encuestas de alimentación estiman que los
españoles consumen una media de 9,8 gramos de sal al día (se estima que el
sodio natural que ingerimos de los
alimentos es sólo el 8% del total que
consumimos) y los expertos aseguran que consumir menos de 5,6 gramos o más de
12,5 podría ser perjudicial para la salud en ambos casos, por tanto NO parece
necesario que se dé la voz de alarma a nuestra Salud Pública, cuando sabemos
además que SOLO EL 8% de la población
experimentará un aumento o disminución de la presión arterial al subir o bajar
la sal. Esta sensibilidad podría aumentar con la edad pero en todos los casos
se podría neutralizar con un aporte adecuado de potasio, por tanto ES MEJOR EVITAR
EL DÉFICIT DE POTASIO QUE REDUCIR LA SAL. Solo con una dieta muy estricta BAJA EN SAL las personas sensibles, que
ya padecen de hipertensión, lograrían
reducir su tensión arterial (de forma
clínicamente insustancial según los expertos), pero con la cantidad de
alimentos industrializados (con sal añadida) este objetivo es muy difícil de
conseguir. SI SOBRECARGAMOS MUCHO DE SAL a las personas (bastante más de 12.5g.
al día) el 20% no lo soportará, pero es igualmente cierto que un porcentaje
similar experimentará una SUBIDA de la tensión arterial si la dieta es BAJA en
sal (menos de 7,5 g. al día). Se estima que solo entre un 30 a un 50% de los
hipertensos son sensibles a la sal, pero SI NO ERES HIPERTENSO LA SAL TAMPOCO TE HARÁ SUBIR LA TENSIÓN ARTERIAL.
Sally
Fallon Morell, presidenta de Weston A Price Fundation señaló
que ya se había estudiado en un
trabajo publicado en 1991 que una persona necesita entre UNA y UNA y MEDIA cucharaditas de sal al día (una
cucharadita seria en torno a 5 g ), “con menos de esta cantidad se desencadena
una cascada de hormonas para recuperar sodio del flujo de desechos, dichas
hormonas HACEN VULNERABLES A LAS
PERSONAS CON ENFERMEDADES CARDÍACAS Y PROBLEMAS RENALES, ESTO ES BIOQUÍMICA
PROBADA, BIOQUÍMICA PROBADA” termina la doctora.
Es como decir que menos de 7.5g de sal empeora
la salud de todos incluidos los que ya padecen de insuficiencia cardíaca.
¡En
estudios aleatorios controlados (los más fiables) publicados en PubMed, puede verse
que LA REDUCCIÓN DE LA SAL NO AFECTA NI
A LA MORTALIDAD GENERAL NI A LA INCIDENCIA DE ENFERMEDADES CARDIOVASCULARES, Y
QUE AL CONTRARIO, LA RESTRICCIÓN DE SAL AUMENTA LA MORTALIDAD EN PERSONAS CON
INSUFICIENCIA CARDÍACA!
Con
estos datos en la mano, que seguro le habrán sorprendido, ya sabe a qué
atenerse, porque parece que la OMS ha recomendado una cantidad EXCESIVAMENTE BAJA de sólo 5 gramos de sal al día (2 gramos de sodio). Esto nos
lleva al punto de partida, pues la
DIETA MEDITERRÁNEA BIEN LLEVADA puede equilibrar los valores de sodio y potasio porque es
naturalmente rica en potasio al contrario que la dieta basura que es pobre en
este mineral. Las espinacas, las verduras, el brócoli, la lechuga, las acelgas,
los aguacates, los plátanos, ciruelas, el
apio, son algunos ejemplos de alimentos ricos en potasio.
SE
NECESITA 5 VECES MÁS POTASIO QUE SODIO, el desequilibrio de estos dos minerales
puede estar en el inicio de la hipertensión, pero además el déficit de potasio puede provocar
PIEDRAS DE RIÑÓN (cálculos renales), deterioro de la memoria, OSTEOPOROSIS,
impotencia, úlcera de estómago y cáncer. El equilibrio entre sodio y potasio es
más importante para la salud cardíaca que el exceso de sodio, según decía el doctor Richard Paswater (en su libro La Nueva
Supernutrición), la sal pudiera ser una causa
indirecta en las personas afectas de tensión alta mientras que la
carencia de potasio, magnesio, vitamina C y vitamina A serían causas directas. LOS SÍNTOMAS POR FALTA DE SODIO son: fatiga
muscular, espasmos, calambres, palpitaciones cardíacas, cambios en el apetito,
dolor de cabeza o cambios del carácter. Pongan atención en estos síntomas los trabajadores en lugares calurosos o que
usen indumentarias de protección, los deportistas (deben llevar una botella de avituallamiento con
agua un poco de sal y limón), los
consumidores de varias tazas de café o té (pues eliminan mucho sodio en la
orina), los que beben mucha agua y sudan mucho.
Los
enfermos de Crohn, colitis ulcerosa, enfermedad celiaca y operados con cirugía
bariática necesitan mayor aporte de
sodio por malabsorción, pero también los que toman diuréticos o los que padecen
APNEA DE SUEÑO pues estos últimos podrían perder hasta 3g de sodio durante el
sueño. Es más difícil consumir cantidades dañinas de sodio pero es fácil acabar
con poca cantidad (3 gramos de sodio multiplicado por 2.5 nos da los gramos de
sal total, en este caso, sal total = 7,5
gramos).
La
realidad estadística es un drama pues en
la población española hay un 43% de
hipertensos (un buen número de ellos lo
desconoce), el 49,9% de ellos son varones y
el 37% son mujeres (el tabaquismo es también un gran generador de
hipertensos). En los EEUU hay 16 millones de hipertensos que a pesar de estar
tomando medicación NO están controlados. ¿PERO ES LA SAL RESPONSABLE DE ESTE TREMENDO RESULTADO?
El doctor Gerard M Reaven en la Universidad de
Stanford investigó hace décadas que los niveles de INSULINA ALTOS (resistencia
a la insulina) provocan enfermedad cardíaca y ataques al corazón, y que estas personas afectadas de resistencia
a la insulina tienen una MAYOR CIFRA DE TENSIÓN ARTERIAL, menos colesterol
bueno (HDL), y otra factores de riesgo añadidos. Las investigaciones de Reaven
(descubridor del síndrome metabólico o prediabetes) fueron respaldadas por la
doctora Ivana Zavaroni de la Universidad de Parma. Otra investigación realizada
en Paris con la participación de 7.000
policías de la ciudad, contabilizó
169 fallecidos de ataques cardiacos durante el transcurso del estudio, todos ellos tenían cifras de insulina un 20%
superior a lo normal. El síndrome metabólico es el resultado de la resistencia
a la insulina, el 31% de la población española lo padece (ver artículo dedicado
a este tema con el título “Conozca y plántele cara al peligroso síndrome
metabólico”).
Los expertos han criticado mucho que se ponga atención en algo clínicamente irrelevante como es la sal, mientras se pierde de vista la resistencia a la insulina y la escasez de potasio en la dieta, PUES CUANDO LA INSULINA ESTÁ BAJA LOS RIÑONES PUEDEN DRENAR EL SODIO Y EL AGUA SOBRANTE, ADEMÁS EL EQUILIBRIO DE SODIO-POTASIO RECOMPENSA CUALQUIER EFECTO ALCISTA DEL SODIO EN LA TENSIÓN ARTERIAL.
Los expertos han criticado mucho que se ponga atención en algo clínicamente irrelevante como es la sal, mientras se pierde de vista la resistencia a la insulina y la escasez de potasio en la dieta, PUES CUANDO LA INSULINA ESTÁ BAJA LOS RIÑONES PUEDEN DRENAR EL SODIO Y EL AGUA SOBRANTE, ADEMÁS EL EQUILIBRIO DE SODIO-POTASIO RECOMPENSA CUALQUIER EFECTO ALCISTA DEL SODIO EN LA TENSIÓN ARTERIAL.
Para
muchos, este artículo podría quedar
terminado aquí pero para los demás he escrito el resto con un sorprendente
contenido.
Llegado
a este punto vamos a ver qué se sabe “de cierto”, o que EVIDENCIA hay en este
controvertido tema de la sal en relación con la hipertensión o la enfermedad
del corazón, y algo importante también, si tiene o no tiene sentido hacer
recomendaciones de Salud Pública que limite el consumo de sal o que animen a
llevar dietas pobres en sal.
En
su libro “The Salt Fix” el doctor e investigador James DiNicolantonio aporta una perspectiva histórica del uso y consumo de la sal donde nos hace reparar en
que las poblaciones ancestrales, que conservaban los alimentos con la sal, hacían un consumo de esta 10 veces mayor que
hoy, además, poblaciones tan longevas como la japonesa o la sur-coreana son las
mayores consumidoras de sal, unos riñones sanos podrían eliminar 86 gramos de
sal al día(34.4 g de sodio), “nunca ha habido evidencia de que incrementar el
consumo de sal fuera paralelo al aumento en cualquier enfermedad crónica, de
hecho el consumo ha ido disminuyendo a medida que se generalizó el uso de
neveras para la conservación de los alimentos (a principios del siglo XX),
mientras que la hipertensión , la obesidad y la diabetes han ido aumentando”.
Según
sigue analizando DiNicolantonio, la primera hipótesis sobre la relación de la
sal con la hipertensión data de los años 60 cuando Lewis Dahl hizo un estudio similar al de Ancel Keys,
cogió 5 poblaciones para trazar una línea recta ascendente que indicaba
hipertensión a medida que aumentaba el consumo de sal. Otro estudio “Intersalt”
en 1988 publicado en BMJ incluía 52
poblaciones, cuatro de ellas eran poblaciones primitivas que no consumían sal,
si se eliminaban a estas 4 poblaciones y se observaban la 48 restantes, en
realidad hubo una menor presión arterial a medida que aumentaba el consumo de
sal, pero eso no fue señalado como bien dice el doctor.
”Estas culturas primitivas consumían una
tonelada de potasio y magnesio, hacían más ejercicio y eran más delgadas,
además, no consumían alcohol ni azúcar”. La conclusión de este estudio fue que
NO había relación entre el consumo de SODIO y la tensión arterial. DiNicolantonio
explica que la reducción de sal puede provocar RESISTENCIA
A LA INSULINA, como se confirma en una
curva de glucemia, de hecho podría descender la tensión arterial al reducir la
sal pero disminuir también la proporción entre colesterol total y colesterol
bueno, además de aumentar los triglicéridos, esto incrementaría el riesgo de
enfermedad cardiovascular aunque disminuyera algo la tensión arterial (¡menuda
paradoja! ¡OJO CON ESTO LOS DIABÉTICOS!).
De otra parte la alimentación baja en sodio afecta negativamente a la SALUD ÓSEA ya que el cuerpo empezaría a extraer el sodio QUE LE FALTA a expensas del hueso y esto provocará reacciones en cadena que acaban también en perdida de magnesio y de calcio (mal dato en una población envejecida como la nuestra donde abundan los problemas óseos y se consumen abundantes medicamentos para paliarlos). Dado que el magnesio es un mineral importante en la salud cardíaca y ósea también resulta muy negativo perder este mineral por la orina. Como ha podido leer el doctor DiNicolantonio coincide en este particular plenamente con la doctora Sally Fallon Morell, mencionada anteriormente, y con las investigaciones acerca de la resistencia a la insulina.
De otra parte la alimentación baja en sodio afecta negativamente a la SALUD ÓSEA ya que el cuerpo empezaría a extraer el sodio QUE LE FALTA a expensas del hueso y esto provocará reacciones en cadena que acaban también en perdida de magnesio y de calcio (mal dato en una población envejecida como la nuestra donde abundan los problemas óseos y se consumen abundantes medicamentos para paliarlos). Dado que el magnesio es un mineral importante en la salud cardíaca y ósea también resulta muy negativo perder este mineral por la orina. Como ha podido leer el doctor DiNicolantonio coincide en este particular plenamente con la doctora Sally Fallon Morell, mencionada anteriormente, y con las investigaciones acerca de la resistencia a la insulina.
Los
expertos consultados aseguran que muy probablemente el mito que identificó y
perpetuó la sal como causante principal de hipertensión se basó mayoritariamente en el estudio
DASH-SODIO, que se publicó en la revista NEJM
1997. En las conclusiones se puede leer que ”una dieta baja en sal, rica en fruta y
vegetales y productos lácteos bajos en grasa y una menor cantidad de grasas
saturadas y totales podría reducir sustancialmente la presión sanguínea”. Gary
Taubes que es un investigador y periodista científico muy popular en los
EEUU en uno de sus libros afirma que “la
controversia sobre los beneficios de consumir poca sal, si los hay, constituye
una de las disputas más extensas, vitriólicas y
sub-realistas de toda la ciencia médica, los investigadores que creen
que han detectado tales beneficios fueron engañados por influencia confusa de
otras variables. La presión arterial ha disminuido tanto en los participantes
de los estudios donde se suministró POCO AZÚCAR en la dieta como en el estudio
de referencia DASH-SODIO, pero esto ha sido ignorado convenientemente”.
Desde
que el Departamento de Agricultura y el Instituto Nacional De La salud de los
EEUU apoyaron la teoría de la sal como causante de hipertensión, se la trató
como un enemigo público, de esta forma se daba la impresión que se estaba
trabajando para disminuir la enorme cifra de hipertensos de los EEUU, aducen
los críticos. Sin embargo un estudio publicado en la revista Hipertensión por
la Asociación Médica Americana encontró que bajos niveles de sodio en orina
estaban relacionados con un mayor riesgo cardíaco. En los últimos 30 años los
más destacados estudios científicos NO HAN CONSEGUIDO RELACIONAR LA SAL CON LA
HIPERTENSIÓN, algunos de ellos son los siguientes:
- J.Chronic Dis 1987.Tras una alimentación ALTA en sal, el número de personas que experimentaron elevaciones en su tensión arterial fue prácticamente EL MISMO que las que registraron bajadas de la presión sanguínea, un buen numero permaneció igual.
- NHANES I, Publicado en la revista Lancet 1998. La conclusión es que “estos estudios NO RESPALDAN LAS RECOMENDACIONES de una reducción rutinaria en el consumo de sodio, ni justifican los consejos de aumentar o disminuir su concentración en la alimentación”.
- NHANESII, AJM 2006 “Los tipos de alimentación bajos en sodio produjeron tasas de mortalidad MÁS ELEVADAS en personas con enfermedad cardiovascular lo que generó dudas sobre la probabilidad de la ventaja de supervivencia que acompaña a una dieta baja en sodio”.
- Rotterdam. Europe Journal Epidemiology 2007.” A partir de este y otros estudios epidemiológicos concluimos que todavía NO SE HA PODIDO ESTABLECER el efecto de la sal alimenticia en los parámetros clínicos cardiovasculares y la mortalidad general dentro del rango de consumo que se observa comúnmente en los países occidentales”.Este estudio también dice, como el anterior, que con el consumo que se hace de la sal en nuestra dieta cotidiana no se ha determinado ningún efecto sobre las enfermedades del corazón.
- LA COCHRANE es un organismo formado por un numeroso grupo de científicos independientes de muchos países cuya sede central está en el Reino Unido, hacen muy buenas (de las mejores) revisiones de estudios y publicaciones, gozando de muy buena reputación, aunque no hay ninguna agrupación perfecta o libre de crítica. Al respecto de la sal tienen una revisión en 2003 que dice” hay POCA EVIDENCIA de los beneficios a largo plazo de consumir una menor cantidad de sal”. En 2004 hablaban de una reducción escasa de la tensión arterial de un 3.5% en los participantes hipertensos y de un 1.1% los normo-tensos cuando reducían la sal.” Las intervenciones intensivas e inadecuadas en Atención Primaria o programas de prevención producen reducciones MÍNIMAS A LARGO PLAZO”. En 2011 se vuelve a pronunciar La Cochrane y dice” reducir la cantidad de sal NO PROPORCIONA BENEFICIOS CLAROS, en términos de probabilidad de mortalidad o experimentar una enfermedad cardiovascular, en realidad aumentan otros riesgos cardiovasculares que teóricamente podrían eliminar el menor riesgo de estas enfermedades que se cree produciría la reducción de la tensión arterial, como son el aumento de los triglicéridos o la reducción de la proporción colesterol total y colesterol HDL (colesterol bueno).
Véase
que lo mismo dice este organismo independiente que los doctores antes dichos.
- Clin Sci. Londres 2008. Los tipos de alimentación bajos en sodio producen LOS PEORES RESULTADOS clínicos en las PERSONAS CON INSUFICIENCIA CARDÍACA CONGESTIVA debido a que ocasionan efectos renales y neuro-hormonales perjudiciales.
- Rotterdam. JBMR 2011. “LA HOPONATREMIA LEVE (déficit de sodio) en adultos mayores está relacionada con un MAYOR RIESGO DE FRACTURAS vertebrales y no vertebrales por incidentes, al contrario de la densidad mineral ósea”.
- JAMA 2011. La presión arterial sistólica, al contrario que la diastólica, cambia con el tiempo y se alinea con un cambio en la excreción de sodio, pero esto no produjo un mayor riesgo de hipertensión o complicaciones cardiovasculares. Una menor excreción de sodio estuvo relacionada con una MAYOR MORTALIDAD POR ENFERMEDAD CARDIOVASCULAR. En este estudio se produjeron 50 muertes en el grupo que consumió una dieta baja en sal, 24 muertes en el grupo que consumió una dieta moderada en sal, y solo 10 personas en el grupo que consumió la dieta más alta en sal de los tres grupos. ¡POR TANTO AQUÍ QUEDÓ CLARO QUE CONSUMIR POCA SAL NO ALARGA LA VIDA, SINO LO CONTRARIO! El grupo que consumió menos sal tuvo un riesgo de enfermedad cardiaca 56% MÁS ELEVADO.
¿Qué sentido tiene hacer recomendaciones a la
población para que reduzcan su consumo de sal si con ello aumenta la posibilidad de enfermar
del corazón, o de morir?
- Meta-anáisis. AJH 2011. A pesar de recopilar más datos de eventos que las revisiones sistemáticas anteriores, aún NO HAY SUFICIENTE PODER para excluir los efectos clínicamente importantes de llevar una dieta baja en sal en la mortalidad o la morbilidad cardiovascular.
- No se debe consumir menos de 3 gramos de sodio al día (3x2.5 = 7,5 gramos de sal) porque según un estudio publicado en JAMA, ¡AUMENTA EL RIESGO DE MORIR!, SOBRE TODO EN DIABÉTICOS (la resistencia a la insulina aumentaría en tan solo 7 días con una cantidad de sal tan baja). Para saber los gramos de sal de un alimento, multiplique por 2.5 los gramos de sodio que figure en la etiqueta. MENOS DE 7.5 GRAMOS AL DÍA DE SAL ES UNA DIETA BAJA EN SAL (menos de 3 gramos de sodio al día).
- El doctor Rami Doukky de Chicago, especialista cardiovascular y profesor del centro médico de la Universidad de Rush, encontró que el riesgo de insuficiencia cardíaca aumentó en el 42% en las personas que restringían la sal frente al 26% que no lo hacía, la probabilidad de morir fue un 85% mayor en los que restringía la sal, así como también aumentó del mismo modo la probabilidad de estos de ser ingresados por enfermedad cardíaca.
- Desde Nueva York Sean Lucan, un brillante autor (e investigador financiado) de la facultad Albert Einstein de Medicina, declaró en un artículo para la revista americana Journal of Public Health (2012) que “no podemos extrapolar que disminuir el consumo de sodio podría reducir el riesgo cardiovascular o de muerte prematura. A pesar de que hay afirmaciones en sentido contrario, no sabemos si reducir el promedio de consumo de sodio en la población disminuiría el riesgo de enfermedades cardiovasculares o SALVARÍA VIDAS”.
Estas
declaraciones las hizo dos años después de que se declarara la guerra a la sal
en Nueva York explicando que la relación entre el sodio y la tensión arterial
es INCONSISTENTE Y DESDE EL PUNTO DE VISTA CLÍNICO INSUSTANCIAL. También Lucan recalcó que hay estudios que muestran que
llevar una dieta baja en sal podría empeorar la incidencia de enfermedades
cardiovasculares, y en vez de reducir, aumentar el riesgo de muerte prematura
en pacientes que tienen elevado riesgo de enfermedades cardíacas. Además al
reducir el consumo de sal podría DISMINUIR LA SENSIBILIDAD A LA INSULINA y
tener efecto adverso sobre los lípidos en sangre (colesterol bueno y
triglicéridos).
- El doctor Rod Tyler de la Universidad de Exeter en Reino Unido avisa de que “con los gobiernos fijando metas aún más bajas para el consumo de sal es importante que hagamos ensayos grandes para comprobar los riesgos y beneficios de reducir la sal”.
A
pesar de todo lo anterior se puede leer en algunos folletos
con recomendaciones clásicas
anticuadas para la salud que “se podrían evitar 1700.000 muertes al año en el
mundo si se redujera el consumo de sal”. Seguro que ya van viendo claro lo que
nos quieren decir los expertos que actualmente están analizando la evidencia
sin dogmatismos, ¿verdad?
Como
ya hemos visto, el potasio guarda
estrecha relación con la salud del corazón y con las cifras de le tensión
arterial. El doctor Paul Welton profesor
de epidemiologia de la Facultad de Salud Publica en Tulane Nueva Orleans,
analizó 29 ensayos que demostraron de forma consistente que los niveles BAJOS
DE POTASIO ocasionaron lecturas de tensión arterial SISTÓLICA más altas tanto en las personas
mayores como en los que consumían mucha sal.
No
podía dejar olvidar hacer mención del doctor canadiense Andrew
Mente investigador principal del famoso estudio PURE (investigación
sobre el efecto de las diversas grasas en la salud).
Su
postura es que “reducir el consumo de sodio DESDE UNA CANTIDAD ALTA A MODERADA reduce el riesgo de
hipertensión pero NO HAY BENEFICIO PARA LA SALUD MÁS ALLA DE ESO”. AUMENTAR LA
INGESTA DE SAL DESDE UNA CANTIDAD BAJA A MODERADA PUEDE AYUDAR TAMBIÉN, POR
TANTO EN ESTE PUNTO MEDIO (entre 7.5 A 12.5g.) DONDE SE ENCUENTRA EL MAYOR
BENEFICIO, es lo que se espera de un
nutriente esencial, que en un nivel alto cause toxicidad y en uno bajo cause
deficiencia. El nivel óptimo siempre se encuentra en el PUNTO MEDIO”.
Vuelvo a decir que en nuestro país estamos muy
bien posicionados con nuestro 9.8 g. de sal por día como media.
Según
un estudio que se publicó en la revista americana Lancet, que anotaba datos de
130.000 personas que tomaron MUCHA SAL obtuvieron las siguientes conclusiones:
- Aumentan los riesgos de ataques y mortalidad por enfermedad cardiovascular en personas que YA TIENEN LA TENSIÓN ELEVADA.
- En personas normo-tensas (tensión normal) NO AUMENTÓ EL RIESGO por tomar más sal.
- Al REDUCIR LA SAL AUMENTO EL RIESGO DE MUERTE POR ENFERMEDAD CARDIOVASCULAR TANTO EN PERSONAS CON TENSIÓN ELEVADA COMO EN PERSONAS CON TENSIÓN NORMAL.
Si bien es cierto que es difícil hacer predicciones,
los expertos que las hacen han puesto en claro que la población más sensible al
sodio, tanto en defecto como en exceso, serían las personas mayores, los
obesos, los que padecen de síndrome metabólico, los hipertensos con la hormona RENINA
baja, pero todos están condicionados al consumo de POTASIO, a su
herencia y al consumo de los diferentes macronutrientes como son los hidratos de carbono, grasas y
proteínas (yo añadiría también el resto de los micronutrientes minerales y
vitaminas). La población blanca probablemente tenga pocos beneficios de la
reducción de sal y en los hipertensos solo representaría (la reducción de sal)
un tratamiento “SUPLEMENTARIO”. Los investigadores son conscientes que es
difícil separar por completo los efectos de reducir la sal de ciertos estilos
de vida (que también influiría en el estudio). Aquellos que son más conscientes
de su consumo de sal tienen más probabilidad de comer más saludable en general,
hacer más ejercicio, fumar y beber menos etc.
EXISTEN MUY POCOS ESTUDIOS ALEATORIOS a largo plazo que comparen a personas que consuman mucha sal con otras que consuman poca (por razones éticas y de financiamiento). Otro problema es que los efectos de la sal en la tensión arterial y en el corazón difieren mucho de unas personas a otras, por ejemplo se tiene que ver la edad, el índice de masa corporal, la etnia, la salud y la herencia familiar de hipertensión.
EXISTEN MUY POCOS ESTUDIOS ALEATORIOS a largo plazo que comparen a personas que consuman mucha sal con otras que consuman poca (por razones éticas y de financiamiento). Otro problema es que los efectos de la sal en la tensión arterial y en el corazón difieren mucho de unas personas a otras, por ejemplo se tiene que ver la edad, el índice de masa corporal, la etnia, la salud y la herencia familiar de hipertensión.
A falta de un liderazgo por parte de nuestras
autoridades ministeriales en lo que se refiere a políticas preventivas de Salud
Pública (que escasean en nuestro país), la Agencia Española de Consumo y
Seguridad Alimentaria y Nutrición, más una buena parte de nuestros profesionales
facultativos, incluso además nuestro Centro
Nacional de Investigaciones Cardiovasculares con su presidente a la cabeza,
siguen apostando por las dietas muy bajas en sal como mandan los cánones oficiales americanos, aunque esta
RECOMENDACIÓN NO TIENE UN RESPALDO SÓLIDO
SUFICIENTE para ser trasladado a las
Políticas de Salud Pública ni a la medicina preventiva del trabajo (también en
este ámbito las mutualidades y fundaciones trasladan a sus asegurados el
mensaje de consumir poca sal).
Contrariamente
a lo que pueda parecer, la recomendación de consumir “poca sal” es perjudicial
para la mayoría de los individuos, con las lógicas excepciones por determinadas
enfermedades endocrinas y nefrologías. El doctor David Sakett, cofundador de la
Medicina Basada en la Evidencia expresó así su preocupación en el tema de las
intervenciones preventivas de salud
pública: “La agresiva asertividad con que vamos tras un paciente sano, solo
puede justificarse si la intervención se basa EN EL MÁS ALTO NIVEL DE EVIDENCIA
QUE GARANTICE MÁS BENEFICIO QUE DAÑO”. Por supuesto este no es el caso donde se
disponga del más alto nivel de evidencia sino de todo lo contrario.
Cuando el profesor Ioannidis comprobó los bajos estándares de calidad de los
estudios, incluso los del más alto nivel, que manejaba la ciencia dijo: “con esos datos
llenos de errores falsedades o exageraciones, los médicos no pueden tomar las
mejores decisiones para el cuidado de sus pacientes (artículos publicados por
la revista PLOS MEDICINE año 2005, interesante ver articulo con el título “El doctor Ioannidis otro sabio griego irrepetible”).
Ahora
que está a punto de concluir el
estudio PREDIMET PLUS (el más grande que se ha realizado sobre el
comportamiento de la obesidad y la
diabetes en el transcurso de una Dieta Mediterránea) se está desaprovechando la oportunidad de educar en esta correcta dieta Patrimonio de
la Humanidad, tanto en el ámbito de la
medicina del trabajo (en las empresas) como en el de la Salud Pública en
general. No se olvide que la dieta
mediterránea ya ha demostrado en
el primer estudio PREDIMED que es capaz de reducir la TENSIÓN ARTERIAL y el resto de riesgos cardiovasculares o el infarto, incluido el síndrome metabólico y la
diabetes (en este último caso redujo el riesgo en un impresionante 52%). Por tanto reduce el
riesgo de RESISTENCIA A LA INSULINA que es el campo de batalla principal para la hipertensión.
Entre sus muchas ventajas y peculiaridades,
cabe destacar también que la selección de alimentos mediterráneos es
rica en potasio, como hemos dicho, pero igualmente contiene una variedad
de POLIFENOLES antioxidantes que alargan
la vida, pues tienen un variado efecto
en la salud general y cardiovascular,
son por supuesto antihipertensivos, dan apoyo al óxido nítrico y procuran
protección y relajación a la
pared de los vasos sanguíneos. Los micronutrientes como el magnesio, la
vitamina C, vitamina A y E también son parte importante en la prevención
cardiovascular y están muy presentes en las frutas, verduras, frutos secos y
aceite de oliva, legumbres etc.
RESUMEN:
Probablemente lo peor que le puede
ocurrir a nuestra salud es aumentar la
RESISTENCIA A LA INSULINA, ya que aumentaría tanto la hipertensión como el
resto de enfermedades crónicas tal como se ha documentado aquí, y esto es lo
que puede ocurrir si la dieta no provee de la suficiente cantidad de SODIO, pues el
consejo “pobre en sal” así lo propicia. Solo ver que el SÍNDROME METABÓLICO está presente ya en el 31% de la población y
ES PRECISAMENTE UN SÍNDROME DE RESISITENCIA A LA INSULINA (Ver guía de salud 5x20), que incluye factores
de riesgo como los que puede provocar la DIETA BAJA EN SAL: Subida de la
presión, aumento de la insulina (por
resistencia a la insulina) y de los triglicéridos, y bajada del colesterol
bueno (HDL). Esta situación a su vez aumentaría la posibilidad de muerte
en los enfermos con insuficiencia cardíaca,
pero lo mismo podría ocurrirle a otros por el efecto desfavorable sobre la
obesidad y la diabetes, habría que contar también con un aumento de personas
que debutarían con todas estas patologías. Finalmente recordar que, después de
todo, solo un 8% de la población es sensible al sodio y la bajada LEVE de la tensión que pudieran obtener estas
personas reduciendo la sal, seria CLÍNICAMENTE
IRRELEVANTE O SOLO SUPLEMENTARIA, pudiendo obtener mejor resultado con un
aumento del POTASIO en su dieta (que sería un mejor consejo sin duda). Se
debería ir corrigiendo este error cambiando un consejo por otro pues como dice
el genial meta-analista
John Ioannidis “la ciencia no
está escrita en piedra”,
aludiendo a los mandamientos que son inamovibles, por el contrario la ciencia
puede y debe cambiar al tiempo que crecen los estudios de calidad y aumenta la
evidencia, ¡sin dogmatismos!.
¡Me
gustaría saber hasta cuándo van a continuar tocándonos las
pe…..s con la sal!