Es raro el día que no vemos en TV que
algún anunciante de manufacturados se desvincule de las GRASAS SATURADAS en sus
etiquetados dando la apariencia de mejorar su producto cuando en realidad lo ha
estropeado añadiendo ingredientes verdaderamente nocivos como el azúcar y los
edulcorantes. El resultado es algo menos nutritivo pero políticamente correcto.
El acoso a la grasa las hace antipáticas ante los consumidores que no se
percatan, por ejemplo, que el 50% de la grasa que mamaron de sus madres es
grasa saturada, por algo estaría ahí, no? A quien quiera saber de dónde vienen
estos lodos, es decir la historia que inició el odio a las grasas saturadas
puede conocerla en el artículo: La dieta cardiosaludable ha fallado también al
Presidente de la Asociación Americana del Corazón. Afortunadamente las
evidencias van haciendo cambiar a muchos profesionales de la salud, pues como
dijo el afamadísimo doctor Ioannidis: "la ciencia no está escrita en
piedra", no debe ser algo inamovible. Hablar de cómo nos afectan los
alimentos y cuáles son los malos o los buenos genera interés y mueve intereses,
es por eso que campan a sus anchas una legión de periodistas de la ciencia,
investigadores, nutricionistas y profesionales de la salud que hacen de gurús
en las redes sociales regalándonos con sus sabios consejos a la par que algunos
ofrecen sus servicios, estos llenan espacios amplios de opinión para educar a
lectores u oyentes. No crea todo a pies juntillas pues cuando se analizaron
rigurosamente ciertos dogmas se encontró POCA CIENCIA.
Pondré el ejemplo de un estudio
publicado en BMJ en 2015 que NO se encontró relación entre el consumo elevado
de grasa saturada y las enfermedades cardíacas, mientras que sí lo hizo el
consumo de GRASAS TRANS y la muerte por enfermedades cardíacas.
En 2014 una meta-análisis dirigida por
la Universidad de Cambridge y publicada en Annals of Internacional Medicine, contemplaba
72 estudios y 600.000 personas en 18 países, encontró que las personas que consumían
más grasa saturada no presentaban más enfermedades cardíacas que las que
consumían menos. La doctora Jeremy Pearson directora médico asociado de la
Fundación Británica del corazón aseveró a la vista de estos hallazgos que
" no hay suficientes pruebas para decir que una dieta rica en grasas
poliinsaturadas y baja en grasas saturadas reduce el riesgo de enfermedades
cardiovasculares".
En agosto de 2020 fue publicado en
español una revisión que partía de la revista del Colegio Americano de
Cardiología sobre los efectos de las grasas saturadas en la salud. Un
meta-análisis sobre 400.000 personas incluidas en 126 trabajos publicados donde
participaron el doctor Arne Austrup de la Universidad de Copenhague, Ronald
Krauss, Jeff Volek y Android Mente en tres otros.
La conclusión, que debiera cambiar las
pautas alimentarias, establece que "los lácteos con su contenido intacto
de grasa, la carne sin procesar, los huevos y el chocolate negro, son alimentos
ricos en ácidos grasos saturados con una matriz compleja que no está asociada a
un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares. La totalidad de la evidencia
disponible NO RESPALDA MÁS limitar la ingesta de dichos alimentos".
A facultativos y divulgadores les gusta
hacer referencia a estudios que muestran que la reducción de grasa saturada
reduce el colesterol malo(LDL), sinembargo en ello hay confusión pues los
términos LDL y HDL(malo y bueno) se refiere a LIPOPROTEÍNAS que transportan el
colesterol en la sangre, de otro modo no podría discurrir por ella ya que el
colesterol es graso y la sangre un medio acuoso, se quedaría flotando como
gotas de grasa en la sopa. El LDL lleva el colesterol a las células y el HDL lo
trae de vuelta al hígado para reciclarlo y poder emplearlo de nuevo, no hay
malos ni buenos. Cuando el colesterol HDL es alto está relacionado con menor
riesgo cardiovascular, por tanto la cifra de colesterol total es inútil para
predecir riesgo, puede tener una cifra alta en total pero un colesterol HDL
alto con lo que probablemente indique MENOS riesgo y no mayor. Por otra parte
hay dos tipos de partículas de LDL (colest.malo), unas son grandes y
esponjosas, limpian las arterias y no deben considerarse de riesgo, mientras
que las otras son pequeñas, se incrustan en los vasos sanguíneos y son estas
las que aumentan el riesgo. Consumir grasas saturadas puede transformar las
pequeñas partículas de LDL en otras grandes beneficiosas, mientras que el
AZÚCAR Y EL TRIGO hacen aumentar las pequeñas partículas dañinas. Las personas
con cifras altas de esas partículas pequeñas de colesterol tienen TRES veces
más riesgo cardiovascular que las personas con alta proporción de partículas
grandes de colesterol LDL. Solo con un lipoperfil LMR podría conocer cuál es su
caso pero no tenemos disponible esta tecnología a escala general. Se debe
subrayar que su cifra de LDL es un cálculo matemático de ciertas variables (LDL
"calculado") en la práctica es una aproximación a su cifra.
Un aporte de vitamina C diario (digamos
1 gramo) podría controlar la proliferación de cierto tipo de lipoproteínas (a)
(de adhesivas) contenidas en el LDL, encargadas de pegar colesterol a las
arterias, puesto que este colesterol adherido se va a oxidar, la vitamina C es
también una adecuada solución antioxidante. No crea en absoluto que el
colesterol y las lipoproteínas adhesivas se asocian para complicarnos la vida,
más bien podrían salvarnos de una hemorragia que sí podría costarnos la vida,
el trabajo que hace ahí el colesterol es taponar y reforzar los espacios
arteriales en riesgo de rotura (como un parche de urgencia), curiosamente este
fenómeno de adherencia NO ocurre en las venas, no hace falta porque tienen tan
poca presión que no hay riesgo de que explosión. Cuando hay una demanda grande
de lipoproteínas adhesivas es porque la pared arterial es inestable y está en
riesgo su integridad, la solución no es impedir al hígado que fabrique
colesterol sino tratar de restaurar los tejidos debilitados con las moléculas
implicadas en el proceso de mantenimiento. El equipo de investigación de doctor
alemán Matthias Rath junto a su mentor el doble premio Nobel Linus Pauling
publicaron en 1990 un estudio con esto último en la revista médica The
Proceeding of The Matinal Academy of Sciences, esta investigación concluyó que
la vitamina C es imprescindible para mantener la integridad vascular y mantener
a raya las lipoproteínas adhesivas.
En el año 2010 el doctor Ronald Krauss,
director de investigación en arterioesclerosis del Children´s Hospital Oakland
Research Institute y el divulgador e investigador de Harvard el doctor Frank
Hu, publicaron los resultados de un meta-análisis de estudios epidemiológicos
prospectivos cuyas conclusiones indican que NO HAY EVIDENCIA significativa para
concluir que el consumo de grasa saturada en la dieta se pueda asociar a un
incremento del riesgo de enfermedades circulatorias ni trastornos cardíacos, al
contrario, podía contribuir a prevenir accidentes cerebro- vasculares.
En 2014 el doctor Dariush Mozzafarian
decano de nutrición en la Universidad de Tufts (EE UU) realzó una exhaustiva
revisión de toda la evidencia disponible y NO ENCONTRÓ RELACIÓN entre consumir
más grasa saturada y el riesgo de sufrir enfermedades del corazón. Muy
recientemente, en 2017, se publicó el Estudio epidemiológico prospectivo PURE
donde participaron más de 135.000 personas en 18 países de 5 continentes. Este
estudio afirmó, en la misma línea de los anteriormente mencionados, que comer
más grasas totales o más grasas saturadas REDUCE el riesgo de cardiopatía y de
muerte (el riesgo de cardiopatía era un 30% más bajo).
En ningún momento ha habido evidencia
real en contra de las grasas saturadas ni de los productos animales, todo fue
política e intereses. Ejemplo de ello fue el modo en que he sacado de un
archivo "olvidado" en los Estados Unidos uno de los más sorprendentes
estudios realizados sobre el consumo de grasas en la dieta. Tras el inesperado hallazgo,
Christopher Ransden un reputado científico de Los Institutos Nacionales de la
Salud examinó este fenomenal trabajo realizado entre 1968 y 1973 con 1423
participantes entre 20 y 97 años todos residentes en centros mentales del
estado y residencias de mayores con riguroso control de la dieta (por la
condición de internos). Se dividieron en 2 grupos, al primero se les dio 18,5% de
grasas saturadas de animal y 5% de grasa insaturada. Al segundo grupo, la mitad
de grasa saturada que al anterior y el doble de insaturada, este último grupo
experimentó una bajada del 14% en su cifra de colesterol pasado un año pero no
se tradujo en mejor salud ni longevidad como se esperaba. Lo que sí se demostró
es que cuanto más bajo era el nivel de colesterol de los individuos MAYOR fue
el riesgo de morir, por cada 30 puntos porcentuales menos de COLESTEROL TOTAL
hubo un 22% más de probabilidad de morir. El grupo de mayores de 65 años que
consumió aceite vegetal experimentó un 15% más de muertes comparado con el
grupo que consumió más grasa animal. Las AUTOPSIAS confirmaron que ambos grupos
tenían niveles similares de placa arterial pero el 41% de los que se
alimentaron con grasa vegetal mostró señales de haber padecido al menos un
ataque cardíaco en comparación con el grupo que tomó más grasa saturada que
solo los padeció la MITAD de las veces, un 22%. Finalmente, el estudio se
publicó más recientemente en British Medical Journal por dicho autor y su
equipo de colaboradores, destacando en las conclusiones el motivo por el que he
redactado este artículo, dicen los autores: "EL OCULTAMIENTO DE ENSAYOS
CLÍNICOS PUEDE SOCAVAR LA VERDAD".
Juan Carlos Fernández Salamanca |
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